Cuando el euribor, referencia en muchos préstamos hipotecarios, sube, la repercusión sobre éstos es inmediata. Cuando baja no lo es tanto. Y a veces hasta ni se produce la bajada.
La culpa la tiene la llamada “cláusula suelo”, según la cual el interés de un préstamo no puede, en ningún caso y tenga la referencia que tenga, estar por debajo de un porcentaje determinado. Cuando hace un año el euríbor (índice de referencia en la mayoría de los préstamos hipotecario) estaba por encima del 5%, la aplicación de esta cláusula, firmada muchas veces por imposición de la entidad financiera, podía parecer lejana. Hoy no lo es tanto. De hecho, hay préstamos bloqueados en un interés muy superior al valor del euríbor debido a que cuando se firmaron la situación actual parecía imposible. Se trata de una cláusula que nos parece inaceptable y que debería figurar entre las que desequilibran cualquier contrato entre un consumidor y una entidad financiera y, por lo tanto, ser considerada abusiva. No es de recibo que cuando el precio del dinero que se prestan entre los bancos sube, la subida se traslade de inmediato y en la misma proporción a los préstamos hipotecarios y cuando ese precio baje, se pueda imponer entres las condiciones del préstamo que su interés no puede ser inferior a una determinada cifra. Los perjudicados siempre, los consumidores. Los beneficiarios siempre, los mismos. De momento, una única solución: evitar este tipo de cláusula y, si ya se tiene, negociar su eliminación aunque para ello sea necesario cambiar de entidad prestamista.
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